SANTA GEMA GALGANI
Sufrió la Pasión por amor a Jesús y a los pecadores.
Fiesta: 11 de abril
-por SCTJM
DATOS PRINCIPALES
Nació en 1878. Sufrió grandemente por su precaria salud y el
desprecio de quienes rechazaban sus prácticas de devoción, éxtasis y otros
fenómenos. Vivió para Jesús, Su
Santísima Madre y para rescatar a los pecadores.
Tuvo periódicamente
las estigmas de la Pasión y las llagas de la flagelación en todo su cuerpo.
Padeció ataques
físicos del demonio y tuberculosis en la espina dorsal. Las pruebas no pudieron
separarla de su comunión con Nuestro Señor sino que mas bien la fortalecieron.
Queriendo ser
pasionista, no se le permitió por su delicada salud. Murió en Lucca, ciudad
donde vivió casi toda su vida. Era un Sábado Santo del año 1903. Tenía solo 25
años.
Fue beatificada en
el año 1933 y canonizada en 1940 como santa pasionista.
VIDA DE SANTA GEMMA
"Jesús; yo quiero llegar con mi voz hasta los últimos
confines del universo para alcanzar a todos los pecadores y gritarles que
entren todos dentro de tu Corazón"
Este es el mensaje que Santa Gemma deja al mundo entero. Estas palabras
reflejan lo que fue toda la vida de nuestra santa: un constante ofrecerse a si
misma al Señor, como víctima, para atraer así a muchos de regreso al Corazón de
Jesús, de regreso a la vida de la gracia y a rechazar el pecado. Buscaba la
restitución de los corazones.
Nace esta "joya del cielo" (como la llamó el
Párroco de Gragnano), el 12 de marzo 1878, en Camigliano, Italia, en el pueblo
de Borgonovo de Capannori. Sus padres,
Don Enrique Galgani, [farmacéutico] y Doña Aurelia Landi, tuvieron 8 hijos
(Carlos, Guido, Héctor, Gino, Antonio, Angelina y Julita). De ellos, Gemma fue
la cuarta en nacer y la primera niña de la familia.
Cuando iban a darle su nombre, un tío de ella propuso que la
llamasen "Gemma", pero su mamá no estaba conforme. No había ninguna
santa que se llamara así y su hija no tendría protectora en el cielo. Sin
embargo Don Olivio Dinelli, el Párroco de Gragnano, que estaba presente en la
discusión, dijo unas palabras que resultaron proféticas: "Muchas gemas hay
en el cielo, esperemos que también ella sea un día otra gemma del Paraíso"
.
Al día siguiente, 13 de Marzo, la bautizó Don Pedro Quilici,
Párroco de San Miguel de Camigliano, con los nombres de Gemma Hipólita Pía.
Santa Gemma vivió solo un mes en Camigliano ya que sus padres
decidieron trasladarse a Lucca, donde vivió el resto de su vida.
Desde muy niña Gemma mostró signos de santidad. Cuando tenía
cuatro años, estaba de visita en la casa de su abuelita, cuando un día, ésta al
entrar en su cuarto, la encontró de rodillas frente a una imagen de la Virgen.
La abuela corrió a llamar al tío, quien la contempló por largos minutos; luego
le dijo: "¡Gemmita! ¿Qué estas haciendo?. La niña, sin inmutarse,
contestó: "Estoy rezando el Ave María. Salid que estoy en oración". Desde esta tierna edad, la oración era ya
para ella el sostén de su vida y de sus virtudes.
Nos podríamos preguntar: ¿Quién enseñó a Gemma a amar a Jesús
y a María?. Su primera y gran maestra en la escuela del amor a Jesús fue su
madre, Doña Aurelia, quien inculcó en el corazón de su hija lo que sería el
distintivo especial de toda su vida: Su amor a Cristo Crucificado, del que
llegaría a ser como imagen viva, y a la Santísima Virgen, que hizo su santidad
tan dulce y atrayente.
Dice Santa Gemma: "De lo primero que me acuerdo es que
mi mamá, cuando yo era pequeñita, acostumbraba a tomarme a menudo en brazos y,
llorando...me enseñaba un crucifijo y me decía que había muerto en la Cruz por
los hombres"
Había también, entre ellas, diálogos como este: "Hija
mía -me decía mamá- yo moriré pronto y tendré que dejarte. Si pudiera te
llevaría conmigo. ¿Te gustaría venir?".
- "¿Y a dónde vamos?", le preguntaba yo.
- "Al Paraíso con Jesús y con los ángeles."
Doña Aurelia, sabiendo que su muerte estaba próxima, solía
decir: "¿Que cosa mejor puedo hacer antes de morir, que confiar mi niña al
Espíritu Santo?. Así, cuando yo falte, sabré quien cuidará de ella". La preparó, pues, para la Confirmación, que
recibió a pesar de ser aun muy pequeña (tenia siete años), el 26 de Marzo de
1885, de manos del Arzobispo de Lucca, Monseñor Nicolás Ghilardi.
Durante la Misa se desarrolló entre el Espíritu Santo y Gemma
este diálogo:
-De repente, una voz me dijo al corazón: -"¿Quieres
darme a tu mamá?"
- "Sí", respondí, "pero llévame también a
mí".
- "No", me replicó la voz, "dame generosamente
a tu mamá. Tu debes quedar por ahora con papá. Llevaré a tu mamá al cielo; ¿me
la entregas de buena gana?".
- Tuve que decir que sí. Acabada la Misa fui corriendo a
casa. ¡Dios mío! Miraba a mamá y lloraba, no podía contenerme.
Don Enrique, temiendo que la niña no pudiera soportar la pena
de ver a su mamá morir, la envió a casa de una tía en San Genaro. Doña Aurelia
murió santamente a los 39 años el 17 de septiembre de 1885. Sus últimas
palabras fueron:
"Ofrezco a Dios gustosísima el sacrificio de mi vida,
para que me conceda recoger un día a todos mis ocho hijos en el Paraíso."
MADRE POR MADRE:
Con la muerte de su mamá, todo cambió para Gemma:
"Estando en la casa de los tíos, dice, cambió totalmente mi vida. Me
encontré con una tía que no se parecía en nada mi mamá. Era religiosa y buena,
pero...¡Cómo echaba de menos el tiempo en que mamá rezaba conmigo!" .
Se puso, entonces a buscar otra "mamá", y la
encontró en la Madre de Dios: "Al perder a mi madre terrena me entregué a
la Madre del cielo. Postrada ante su imagen, le dije: `¡María!, ya no tengo
madre en la tierra; se tú desde el cielo mi Madre`". Y como buena Madre
que es, la Virgen Santísima acogió a Santa Gemma como hija.
"¡Oh, cuántas veces -dice la santa- depositando en mi
Mamá del cielo las angustias y penalidades de mi corazón afligido, ella me
consolaba! Sí; yo recuerdo que hallándome en las mayores angustias, huérfana de
madre en la tierra, me tendió cariñosamente los brazos la Madre del cielo¨.
..."¡Cuán buena se me ha mostrado siempre esta celestial
Mamá! Qué hubiera sido de mí si no la hubiera tenido. Me ha ayudado en mis
necesidades espirituales, me ha preservado de los peligros, me ha librado del
poder del demonio, que siempre viene a molestarme...y, finalmente, me ha
enseñado a conocer y amar a Jesús, a ser buena y a agradarle. ¡Oh, queridísima
Mamá, te amaré toda mi vida!".
PRIMERA COMUNIÓN:
Para Santa Gemma, la Eucaristía era el centro de su vida.
Este deseo de recibir a Jesús en la Sagrada Hostia iba en aumento mientras
pasaban los años. Si bien era cierto que ya estaba Confirmada, no podía recibir
la Primera Comunión ya que no tenía la edad requerida en ese momento para
recibir el Sacramento. Santa Gemma tenía 9 años.
Fue su confesor, el Obispo de Lucca, Monseñor Volpi, quien
conociendo el anhelo tan grande de su corazón, le dijo a su padre que si no le
daba el permiso para recibir la Comunión, Gemma moriría de dolor.
Fue así que Don Enrique dio el permiso para que las
religiosas del Colegio de Santa Zita, donde Gemma asistía, la preparasen para
recibir este Sacramento. Inmediatamente comenzó un retiro de 15 días con las
demás niñas del colegio. Dice Santa Gemma: "Apenas me vi en el convento
rebosaba de felicidad. Corrí a la capilla a dar gracias a Jesús y le pedí con
gran fervor la gracia de prepararme bien para la primera comunión".
Una de las religiosas Zitinas, Sor Camila Vagliensi, que
había profundizado en las cualidades absolutamente excepcionales de Gemma,
comenzó a explicarle sistemáticamente la Vida, Pasión y Muerte del Señor. La
niña se compenetraba de tal modo con el relato que llegó a experimentar un
dolor profundo. En grado tal que una tarde se le produjo una fiebre altísima.
La profesora, alarmada, interrumpió su relato de la Pasión.
Hizo confesión general tres veces sucesivas con Monseñor
Volpi, quien sería su confesor ordinario.
Llegó, por fin, el día tan anhelado, 17 de Junio 1887, fiesta
del Sagrado Corazón. Las vivencias de Santa Gemma solo ella las puede explicar:
"me siento incapaz de describir la experiencia de aquel encuentro. En ese
momento comprendí que las delicias del cielo no son como las de la tierra.
Hubiera anhelado no interrumpir nunca aquella unión con mi Dios. Me sentía cada
vez más desprendida del mundo y más dispuesta para la unión con el Señor.
Aquella misma mañana Jesús despertó en mi un gran deseo de ser religiosa".
A raíz de la primera comunión se afianza la vocación de
Gemma. Ella misma lo afirma: "sentía desarrollarse en mí un ardiente
anhelo de padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la Cruz".
Jesús se encargó de irla desprendiendo inexorablemente de
todo afecto humano, aún de los más legítimos... En 1894 muere su hermano Gino,
a quien Gemma amaba mucho. Tenía 18 años y se preparaba para ser sacerdote. El
11 de Noviembre de 1897 Gemma debe soportar la prueba del tercero, terrible e
inexorable desprendimiento: su papá muere, de cáncer en la garganta. Ello
supuso la quiebra económica de la familia. Hasta tal extremo que los
acreedores, apenas muerto Don Enrique, se precipitaron como chacales sobre la
casa Galgani para apoderarse hasta de los últimos despojos. Gemma
confidenciaría luego, temblando aún ante el recuerdo de aquella escena
inhumana: "llegaron hasta meterme las manos en los bolsillos llevándose
las cinco o seis monedas, apenas unos centavos, que yo guardaba conmigo".
Después del entierro de don Enrique, los hijos se comienzan a
separar. Héctor emigra al Brasil, donde muere. Guido abandona la práctica
religiosa e interrumpe sus estudios de farmacia en Pisa, que más tarde
concluye. Julia y Angelina se quedan con las tías Elena y Elisa. Gemma y
Antonio se refugian en Camaiore con los tíos Carolina Galgani y Domingo Lencioni.
En Camaiore transcurre un año en la vida de Gemma, y no le
deja buen recuerdo: "La tía nos llevaba a misa todas las mañanas. La
comunión la hacía pocas veces porque no me arreglaba bien para confesarme con
otro que no fuera Monseñor (Volpi, de Lucca). En este tiempo comencé de nuevo a
olvidarme de Jesús, a descuidar la oración y a amar las diversiones. La tía
tenía otra sobrina -Rosa Bartelloni. Se hizo muy amiga mía y con ella iba en
perfecto acuerdo en mis pillerías. La tía nos dejaba salir solas a menudo. Y
bien me doy cuenta de que si Jesús no hubiera usado conmigo de tanta
misericordia habría caído en pecados graves. El amor del mundo comenzó a
apoderarse poco a poco de mi corazón; pero Jesús vino otra vez en mi
ayuda".
Gemma tiene 20 años, y en este momento Jesús permite una
enfermedad grave para que Gemma retorne a Él con todo su corazón y nunca más se
distraiga con las cosas del mundo.
"De repente comencé a andar jorobada y a sentir dolores
de riñón. Resistí durante algún tiempo, pero como la cosa iba peor, pedí
permiso a la tía para regresar a Lucca".
Así sucedió. Por pudor quiso resistir un poco más sin avisar
al médico, pero las tías lo mandaron a llamar y de improviso se presentó y la
examinó. Su diagnóstico fue osteítis en las vértebras lumbares con sucesivo
absceso frío en los ingüinales. Se quedó paralítica de ambas piernas. El 28 de
Enero de 1899 le sobreviene un dolor insoportable en la cabeza, fruto de una
otitis media purulenta aguda con participación del mastoide. Los médicos, viendo
que los remedios no producían mejoría y que la enfermedad avanzaba, la
desahuciaron; solo por cumplimiento acuden de cuando en cuando a verla.
El 8 de Diciembre, Fiesta de la Inmaculada, Santa Gemma,
reacciona con digusto... "le dije a Jesús que no rezaría más si no me
curaba. Y le pregunté qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me
respondió: -Si Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte cada vez más en
el espíritu".
Su antigua profesora, sor Julia Sestini, le contó la
biografía de un joven pasionista, llamado Gabriel de la Dolorosa. Una señora
piadosa, Cecilia Giannini, acudió a practicar una obra de misericordia con
Gemma; un día la visitó, y para que se distrajera le prestó la biografía de
Gabriel de la Dolorosa, escrita por un desconocido P. Germán de San Estanislao,
C.P. ¡Cómo son las cosas del Señor!. Estas dos personas serían para Santa
Gemma, en los últimos años de su vida dos grandes regalos de Dios. Doña Cecilia
sería la que cuidaría de ella, y estaría al tanto de sus éxtasis y experiencias
místicas y el P. Germán sería el director espiritual que el mismo Señor le
enviaría para que guiara su alma y para confirmar luego la autenticidad de su
vida.
Dice Santa Gemma: "Tomé el libro con desprecio y lo puse
debajo de la almohada... Un día estaba sola. Serían como las doce. Me sobrevino
una fuerte tentación, y me decía para mí que estaba aburrida de todo. El
demonio se valió de esto para tentarme, diciéndome que si le hacía caso me
curaría. Estuve a punto de sucumbir. Pero de repente me vino una idea; recurrí
al Venerable Gabriel y le dije: Primero el alma, después el cuerpo".
Superada esta tentación, comenzó a leer el libro de la vida
del Venerable Gabriel y queda maravillada. No se cansa de admirar sus virtudes.
Cuando doña Cecilia volvió para recoger su libro le costó mucho a Gemma
devolvérselo. Aquella misma noche, "se me apareció (Gabriel) vestido de
blanco. No lo reconocí....se quitó la túnica blanca y se apareció vestido de
pasionista.
Me dijo: "Ya ves qué agradable ha sido tu sacrificio. He
venido yo mismo a verte. Procura ser buena y volveré."
En otra ocasión se le apareció de nuevo el Ven. Gabriel y
esta vez le dijo que hiciese un voto de hacerse religiosa, pero que no añadiera
nada más.
"¿Y por qué?"-le pregunté.
"Me sonrió y me miró. Me puso el escudo pasionista y
repitió: `Hermana mía...`, y desapareció."
Su salud empeoraba, y le sugirieron que le pidiera a la Beata
Margarita María por el milagro de su sanación. Ella inició la novena al Sagrado
Corazón varias veces pero su debilidad no le permitía continuarla. El día 23 de
Febrero 1899, recomienza en serio la novena, y en la noche del día 1 al 2 de
Marzo ocurre esto: Faltando algunos
minutos para la media noche, Gemma escuchó el rozar de las cuentas de un
rosario y sintió una mano que se le posó en la frente, la voz que escuchaba
rezar le preguntó:
-¿Quieres curarte?.
-"Todo me da igual", le respondí.
-Te curarás. Ruega con fervor al Sagrado Corazón...
-"¿Y a la Beata Margarita?", pregunté.
-"Añade en su honor tres veces el 'Gloria'". (La
Beata Margarita es hoy Santa Margarita María)
"En el penúltimo día de la Novena quería recibir la
Comunión, ya que terminaba en Primer Viernes del mes de marzo. Comulgué muy
temprano. ¡Que momentos tan deliciosos pasé con Jesús! El me repetía:-
'¿Quieres curarte?'. No pude contestar por la emoción. ¡Pobre Jesús! La gracia
había sido concedida. ¡Estaba curada!".
Al amanecer del 2 de marzo se levantó con sus propios pies y
toda la familia al verla lloraba de alegría ante aquel milagro de Dios. Este
milagro es la antesala de otras grandes gracias que Santa Gema recibiría
durante su vida. Su amor por Cristo crucificado y su anhelo de ser solo para
Jesús la llevarían cada vez más a ofrecerse al Señor como víctima de amor.
El Señor iba preparando a Santa Gema, a través del crisol del
sufrimiento, para derramar en ella gracias y "joyas", que nunca ella
imaginó, pudiese Él concederle. ¡Qué lejos estaba de pensar que ese Cristo
crucificado a quien tanto amaba, muy pronto la iba a convertir en un retrato
vivo de sí mismo!.
IMÁGEN VIVA DE JESÚS: VICTIMA
El 8 de junio 1899, víspera de la Fiesta del Sagrado Corazón,
después de haber sido rechazada en varias comunidades religiosas a causa de su
frágil salud, Jesús la eleva en este día a la categoría de "Víctima".
Dice Santa Gemma:
Después de la Comunión, Jesús me avisó de que por la tarde me
haría una gracia grandísima. Se lo dije a Monseñor Volpi, y este me dijo que
estuviese atenta y que se lo contara luego".
Llegó la tarde. De repente me asaltó un fuerte dolor de mis
pecados. Después me sentí recogida... Al recogimiento sucedió la pérdida de los
sentidos y me hallé en presencia de mi Madre Celestial y del angel de la
guarda, que me mandó hacer un acto de contrición. Después mi Madre me dijo:
-"Hijita, en nombre de Jesús te sean perdonados tus pecados. Mi Hijo te
ama mucho y quiere hacerte una gracia muy grande. Sabrás hacerte digna de
ella... Yo seré tu Madre. Sabrás mostrarte verdadera hija."
Me cubrió con su manto, y en ese instante apareció Jesús. De
sus llagas no salía sangre sino llamas de fuego, que vinieron a cerbarse en mis
manos, pies y costado. Creía morir y habría caído al suelo si mi Madre no me
hubiera sostenido. Permanecí así varias horas. Después mi Madre me besó en la
frente, desapareció y me hallé de rodillas. Seguía sintiendo un dolor fuerte en
las manos, pies y costado. Me levanté para acostarme, pero noté que de estas
partes manaba sangre..."
Santa Gemma, la víctima de Jesús, comienza a "suplir en
su carne lo que le falta a la Pasión de Cristo". Este fenómeno se repetirá
en las tardes del jueves al viernes, todas las semanas. Para disimular las
llagas usa guantes. Su confesor ordinario, Monseñor Volpi le dice que no se
deje ver las manos porque la gente se podría reír de ella. En efecto Santa Gema
sufrió el desprecio, rechazo y la burla de muchos aun cuando caminaba por las
calles de Lucca. La tenían por una farsante y una histérica. Le gritaban
insultos y burlas por las calles. Esto tan solo por su radical entrega a Jesús
y su piedad. En realidad no manifestaba nada de histeria.
Así comienza para Santa Gemma una vida de incomprensión
verdaderamente conforme a la vida de nuestro Señor, que también padeció todo
esto por nosotros. Este es el consuelo y aliciente de Santa Gema, que cada vez
se parece mas a Jesús, y en toda ocasión en la que es humillada le da gracias
al Señor que le permite compartir sus sufrimientos.
Su propio confesor, Monseñor Volpi, duda de la veracidad de
las estigmas y piensa que es obra de la histeria. Esto hiere mucho el corazón
de Santa Gema pero todo lo aguanta por amor a Aquel que lo sufrió todo por
nosotros los pecadores.
RECOGIDA POR CARIDAD CON LOS GIANNINI:
En el mes de junio de 1899, Santa Gemma conoce a los
pasionistas en una misión que predicaban en Lucca. Al verles reconoce en ellos
el hábito de San Gabriel de la Dolorosa y en su corazón escucha al Señor que le
dice: "Tu serás una hija predilecta de mi Corazón".
Se confiesa con uno de ellos, pero es tanto lo que Santa
Gemma le comienza a decir que el sacerdote le dice que le vaya a ver a la casa
de la familia Giannini, donde siempre se hospedaban los pasionistas. Esta es la
puerta de entrada para Santa Gema
Los Giannini eran una familia de extraordinaria fe. Acogían
en su casa como familia a los sacerdotes y otras almas buenas. Dijo el Papa Pio
XII "En el año 1899 la extraordinaria piedad y modestia de Gemma despertó
tan gran admiración en la piadosísima familia apellidada Giannini, de Luca, que
decidió acogerla en su propia casa y considerarla como hija". Así lo expresa
el mismo Don Mateo, que después de haber escuchado a su hermana doña Cecilia,
le dice que recibirá a Gema como a una hija; y así fue efectivamente. Santa
Gemma se convirtió en la onceava hija, y todos la amaban. Ella por su parte les
servía con extraordinario amor.
Todos sabían que Gemma era un alma especial, pero quien
estuvo en mayor contacto con ella fue la señora Cecilia a quien Santa Gemma
consideraba como su mejor confidente. La señora Cecilia tiene 52 años.
Permanece soltera y muere en el 1931. Es una mujer de carácter, emprendedora,
afanosa y devota. En sus relaciones con Gemma sigue al pie de la letra las
directrices de los confesores con tal fidelidad, que el ángel de la guarda dirá
a Gema: "Ninguna persona puede hacer mis veces mejor que ella".
REGALOS DE DIOS:
Conversando con la señora Cecilia, Gemma oye hablar del P.
Germán de San Estanislao, le pide a Jesús que se lo muestre y el Señor lo hace
en un éxtasis y le dice que este es el sacerdote que guiará su alma.
Efectivamente el P. Germán se convierte en el confesor y director
extraordinario de Gema, quien es testigo de las obras de Dios en su alma.
Muchos fenómenos relacionados con la Pasión se dieron en la
vida de Santa Gemma; además de las estigmas, tuvo sudor y lágrimas de sangre.
Se la vio padeciendo la flagelación. Recibió un regalo que apreció con todo su
corazón. Su ángel de la guarda un día le mostró dos coronas y le pidió que
escogiese la que ella quisiera, y ella escogió "la de Jesús".
Santa Gemma tenía una relación muy particular con su ángel de
la guarda, que siempre le acompañaba y le protegía, e incluso muchas veces le
servía de "cartero", llevando sus cartas al P. Germán. Se asegura que
también tenía el don de leer los corazones y que en varias ocasiones le dijo a
varios religiosos que abandonarían la religión, cosa que sucedió mas tarde,
confirmando este don de su corazón.
Hay una anécdota muy preciosa que le sucedió a Santa Gemma en
la casa Giannini. En el comedor de la casa había un crucifijo grande al que
toda la familia tenía gran devoción. También Gema en muchas ocasiones le hacía
pequeñas "visitas", orando frente el. Un día, al tiempo que Gemma
preparaba la mesa, alzó los ojos hacia su Jesús y le dijo que tenía hambre y
sed de El. Siente ansias de dar un beso a la imagen, pero no alcanza porque
estaba alta. Jesús le sale al encuentro. Desprendiendo un brazo de la cruz, la
atrae, la abraza muy estrechamente, permitiéndole apagar su sed en la fuente
viva de su costado abierto.
¿Cuál es la actitud del corazón de Santa Gemma ante tantos
hechos extraordinarios? Gemma se mantiene en humildad y sencillez. En ningún
momento permite que el orgullo se apodere de su corazón, le escribía al P.
Germán: "¡Cuánto he rogado a Jesús que me lleve por la vía común!"
FURIOSA GUERRA INFERNAL:
Jesús dijo cierto día a Gemma: "Prepárate, pues el
demonio será quien dé la última mano a la obra que en ti deseo ejecutar".
Y estas palabras del Señor se cumplieron al pie de la letra. El demonio
detestaba a Gema; le daba golpes, la tentaba contra la pureza con pensamientos
e imágenes sugestivas y grotescas; trataba de impedir que comulgase e incluso llegó
a aparecérsele bajo la apariencia del mismo Jesús.
Por todos los medios trataba de privarla de dirección
espiritual, insinuándole cosas malas acerca de sus confesores, o haciéndose
pasar por ellos. Era una guerra
constante y continua que duró hasta su misma muerte. Era de esperar esta guerra
de parte del demonio ya que serían muchas las almas que se beneficiarían de los
sufrimientos y oraciones de Santa Gemma, y mas aún, ella solo quería
conformarse con la voluntad de Dios para su vida. Esto hacía que el demonio se
revolcara de rabia, porque no podía vencerla.
Tanta era la rabia que sentía hacia la pureza de Santa Gemma
que un día la tentó visiblemente, de tal modo que, no pudiendo huir de él, hizo
la señal de la Cruz y se arrojó en un pozo de agua helada en el jardín. Su
ángel la sacó y la felicitó por su gran amor a la pureza, por su valentía y por
su triunfo.
En otra ocasión, cuando la santa, por orden del P. Germán,
escribía su vida: "dándose cuenta el demonio del fruto que podía hacer (el
libro de su vida), se lo robó gritando: `¡Guerra, guerra a tu Padre!, tu
escrito está en mis manos`; y se relamía y se revolcaba en el suelo de la
satisfacción."
El P. Germán, enterado por una carta de Gemma, se fue al
sepulcro de San Gabriel de la Dolorosa y allí, leyó los exorcismos, ordenando
al demonio que volviese el manuscrito a su lugar. El demonio lo devolvió todo
chamuscado, aunque perfectamente legible, como se conserva todavía hoy en el
Convento de los Pasionistas de Roma, produciendo honda impresión en cuantos lo
ven.
Escribe la santa: "El demonio me hace sufrir mucho, pero
siempre terminan por vencerle Jesús y María, o bien el àngel o San Pablo de la
Cruz o el hermano Gabriel; siempre son estos tres.
"¡Si viera cómo escapa tan luego como se presenta alguno
de ellos!.."
¡PADRE!... ME VOY CON JESÚS:
Gemma estaba enferma. El P. Germán que no quería que muriese
aún, le ordenó que sanara. Jesús la sanó pero le dijo: "Escribe a tu padre
que será por poco tiempo". Gemma comunicó a doña Cecilia que deseaba
verle, y ésta le escribió: "Venga pronto a indicarnos que debemos
hacer".
Gemma ya había vuelto a enfermar. Llegando el Padre Germán,
se sentó junto a ella y se produjo este diálogo: -"Pero...¿qué es lo que
hacemos, Gemma?"
-"¡Padre!", contestó Gemma llena de gozo, "Me
voy con Jesús. Me lo ha dicho claramente. ¡Al cielo, padre, al cielo con
Jesús!".
-"¿Y los pecados cometidos cuándo se van a pagar?"
-"¿Me ha dicho Jesús que me enviará sufrimientos para
purificarme...El me aplicará los méritos de su Pasión...y me llevará con El al
Paraíso".
Esa misma tarde el P. Germán escuchó su confesión y llorando
decía que Gema había mantenido intacta su inocencia bautismal. Al siguiente día
le administró el Viático.
El P. Germán tenía urgencia de volver a Roma y preguntó a
Gema: "¿Cuánto durará esto? ...Gema le contestó: "Esta enfermedad
será la última, pero me dice Jesús que aún no ha llegado mi hora". Añade
el P. Germán: "Por última vez bendije aquel ángel de la tierra, al que no
había de ver más, y me retiré".
Tenía que retirarse, pues Jesús había dicho a Gemma que el
demonio sería quien diese la última mano a su virtud y..., estando él, el
demonio no se hubiera atrevido a hacerle nada. Pero..., tan luego como el P.
Germán se fue, no reconoció límites su bestialidad durante siete largos meses.
Perturbaba su imaginación con horribles fantasmas con el fin de producirle
estados de ansiedad, tristeza, amargura y temor, que la indujeran a la
desesperación. Le decía muchas veces: "Ahí tienes lo que has conseguido
con tus fatigas en el servicio de Dios"; y le presentaba tales figuras
contra la pureza, que escribió al P. Germán: "Padre mío, pídale a Jesús
que me cambie esta cruz por cualquier otra. Haga desde ahí los exorcismos para
que este perverso se vaya, o mande a su ángel para que lo ahuyente".
Viendo que con tentaciones no podía vencerla, empezó a
maltratarla con los golpes más brutales y en forma de bestias feroces, que
amenazaban despedazarla. Dirigiéndose entonces a María Santísima, le decía:
"Madre mía; me encuentro bajo el poder del demonio que quiere arrancarme
de las manos de Jesús. Ruéguele por mí. ¡Viva Jesús!".
Jesús y María, complacidos al ver como luchaba, le enviaban a
San Pablo de la Cruz o a San Gabriel para animarla. El mismo Jesús le dijo:
"Hija mía; humíllate bajo mi mano poderosa y lucha, que tu lucha te
conducirá a la victoria".
ENTREGA SU VIDA POR UN PECADOR
Le escribía al P. Germán: "Usted siempre me recomienda
paz. Gracias a Dios la tengo siempre, aunque a veces en lo exterior parezca
seria. Y tendré mayor aún, cuando se convierta mi pecador".
Este pecador al que se refiere la santa, era un sacerdote que
había dejado el sacerdocio hacía ya doce años y daba mucho escándalo con su
vida, haciendo que muchos se perdieran. Santa Gema viendo que los sacrificios
que ofrecía no eran suficientes, pidió permiso a su director, para ofrecerle al
Señor la mitad de su vida por su conversión; el padre dijo que sí y Jesús
aceptó el intercambio.
Este sacerdote se convertiría dos días antes de Gema morir,
dándole a ella un gran consuelo, exactamente en el plazo que ella había
ofrecido al Señor. (Pasados los doce años que aquel sacerdote andaba
descarriado; doce años y medio es la mitad de la vida de Santa Gema quien
morirá en sus 25 años).
PARALELO CON LA PASION DE CRISTO
"Y LE SACARON A CRUCIFICAR"
Creyendo los médicos que la enfermedad era contagiosa,
sacaron a Gema de la casa Giannini y la llevaron a un apartamento, contiguo a
la casa, que su tía Elisa había alquilado. Este era otro designio de Dios para
asemejarla a Cristo, que murió fuera de la ciudad como "Víctima
oficial" por los pecados.
"REPETICIÓN DEL VIERNES SANTO"
Gemma había pedido a Jesús morir crucificada con El, y
crucificada moriría. Como a las diez de la mañana doña Cecilia pensaba
retirarse un poco y Gemma le dijo: "No me dejes, mamá, mientras no esté
clavada en la cruz, pues Jesús me ha dicho que tengo que morir crucificada como
El". Momentos después entró en éxtasis profundo, extendió un poco sus
brazos y, en esta posición permaneció hasta mediodía. Su semblante era mezcla
de amor y dolor, de calma y desolación...¡Agonizaba, como Jesús en la Cruz! Los
presentes la contemplaban atónitos.
Era Viernes Santo, 10 de abril de 1903.
A las ocho de la mañana del sábado, se le administró la
Extremaunción (hoy día se le llama Unción de los Enfermos), a cuyo rito sagrado
contestó con pleno conocimiento. A doña Cecilia que le habló del P. Germán le
dijo: "Ya he ofrecido a Dios el sacrificio de todo y de todos, para
prepararme a morir".
Tomó entonces el crucifijo en las manos y exclamó:
"¡Jesús!...¡En tus manos encomiendo mi pobre alma!"; y volviéndose a
la imagen de María, añadió: "¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi pobre
alma...Dile que tenga misericordia de mí".
De repente toda señal de agonía desapareció, y una sonrisa de
cielo se dibujó en sus labios. Dos lágrimas corrieron de sus ojos. El párroco,
que estaba presente exclamó: "Jamás he presenciado muerte semejante".
Y él mismo puso sobre el pecho de Gema el escudo pasionista que llevó al
sepulcro.
Muere Santa Gemma a la 1:45 p.m. del Sábado Santo, 11 de
abril de 1903.
La profecía de Santa Gemma se cumplió. Los pasionistas la
rechazaron en vida, pero después de su muerte la tomaron para sí. El Señor que
había acrisolado su corazón con el sufrimiento, también había pedido de ella el
sacrificio de no entrar en ninguna orden religiosa y ella lo aceptó y lo
ofreció al Señor, como todo lo demás.
CON UNA LANZADA LE ABRIÓ EL COSTADO; Y AL PUNTO BROTÓ SANGRE
Y AGUA:
Era necesaria una prueba irrefutable que revelara las
intimidades del corazón de aquella criatura que había amado ardientemente a
Jesús.
La prueba se tuvo cuando al fin, y Dios sabe con qué
sacrificios, llegó el P. Germán a Lucca.
Ya habían pasado 14 días de la muerte de Santa Gemma. El
Padre anhelaba volver a ver aquel rostro lleno de dulzura. Pero quería sobre
todo verificar los misterios de aquel corazón virginal cuyos secretos en vida
nadie mejor que él había profundizado... "El 24 de abril se procedió a
exhumarlo. Se abrió el cuerpo y se extrajo el corazón, que apareció fresco,
lozano, flexible, rubicundo, humedecido de sangre, igual que si estuviera vivo.
Los especialistas que practicaban la autopsia quedaron maravillados. Estaba
bastante achatado y dilatado por ambos lados, apareciendo como más ancho que
alto. Al abrirlo fluyó enseguida la sangre, bañando el mármol donde se
realizaba la intervención". Aquella que en muchas ocasiones le había
pedido al Señor que le ensanchara el corazón para poder amarlo más, recibió
esta gracia que tanto pedía. Su corazón se conserva en el convento Pasionista
de Madrid.
El P. Germán escribió muy pronto su biografía y la devoción a
Santa Gemma comenzó a extenderse de manera prodigiosa, no solo en Italia, sino
en muchos países del mundo. Sin duda el Señor quiso darla a conocer como un
medio de ayudarnos a todos a comprender lo que es la santidad y animarnos a
conseguirla.
Su intercesión no se hizo esperar y muchos comenzaron a
recibir grandes milagros y gracias por medio de la Santa. El mas grande de
ellos es el deseo de santidad que meditar su vida infunde en las almas.
Una hija espiritual: La Madre Gema Eufemia Giannini.
El proceso de canonización de Sta. Gemma Galgani
El proceso para la canonización se abrió el 3 de Octubre de
1907, cuatro años después de su muerte; el Papa Benedicto XV dispensó el
proceso de "fama de santidad", porque era conocida ya en todo el
mundo.
Gemma fue Beatificada el 14 de mayo de 1933, Año Santo del
XIX Centenario de la Redención; la Beatificó el Papa Pío XI.
Gemma fue Canonizada el 2 de Mayo de 1940 (día de la
Ascensión del Señor), por el Papa Pío XII, que dijo: "Santa Gemma será la
piedra preciosa de nuestro Pontificado".
Los grandes amores de Santa Gemma, durante toda su vida
fueron Jesús Crucificado, la Virgen María, la Eucaristía y la sed de conversión
de las almas. Para ellos vivió toda su vida y por ellos murió como víctima de
amor.
¡Santa Gemma Galgani, ruega por nosotros!.
Oración compuesta por Santa Gemma
Aquí me tenéis postrada a vuestros Pies Santísimos,
mi querido Jesús, para manifestaros en cada instante
mi reconocimiento y gratitud por tantos y tan contínuos
favores
como me habéis otorgado y que todavía queréis concederme.
Cuántas veces os he invocado, ¡oh Jesús!,
me habéis dejado siempre satisfecha;
he recurrido a menudo a vos,
y siempre me habéis consolado .
¿Cómo podré expresaros mis sentimientos amado Jesús?
Os doy gracias ... pero otra gracia quiero de Vos.
¡Oh, Dios mío! , si es de vuestro agrado ...
(Aquí se manifiesta la gracia que se desea conseguir).
Si no fuérais Todopoderoso no os haría esta súplica .
¡Oh Jesús!, tened piedad de mí.
Hagase en todo vuestra santísima Voluntad.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria .
(Con licencia eclesiástica)