ENVIADO A DAR LA BUENA NUEVA
(CARTA PASTORAL)
Índice:
1.El Señor me ha llamado
2.Mi lema episcopal
3.Mi servicio episcopal
4.Iglesia del Callao en estado de misión
5.A quién anunciamos el Evangelio
6.Quién evangeliza
7.La Iglesia al servicio del Evangelio
8.Envío misionero
9.Fuerza oculta de la misión
10.No me olvido de los pobres.
Índice temático:
Bautismo
Buena Nueva (Evangelio)
Carisma
Católico
Clero/Sacerdote (orden sacerdotal)
Conversión
Comunidad
Comunión
Cultura cristiana
Diócesis
Evangelización
Iglesia
Inculturación
Laico
Misión
Movimientos Apostólicos
Obispo
Parroquia
Pobres
Promoción Humana
Religiosos
Santidad
Sectas
Servicio
Solidaridad
«ENVIADO A DAR LA BUENA NUEVA»
(CARTA PASTORAL)
División por temas:
El orden sacerdotal: vocación al servicio (EG)
1.1. El Señor me ha llamado
1.2. Mi lema episcopal
1.3. Mi servicio Episcopal
II. La Iglesia evangelizadora
2.1. Iglesia del Callao en estado de misión
2.2. La iglesia al servicio del Evangelio
III. El servicio evangelizador
3.1. A quien anunciamos el Evangelio
3.2. Quien evangeliza
IV. La misión apostólica
4.1. Envío misionero
4.2. Fuerza oculta de la misión
V. La solidaridad
No me olvido de los pobres
LA IGLESIA EN COMUNIÓN PARA LA EVANGELIZACIÓN
Iglesia del Callao en estado de misión
La iglesia del Callao se encuentra como en un estado de
misión debido a la evangelización, al anuncio del Evangelio que debe dar a
todos los fieles chalacos para que se conviertan, se acerquen más al Señor y
hagan vida su ser hijos de Dios.
Para realizar esta misión es necesaria la participación de
los laicos, que en su mayoría pertenecen a los movimientos apostólicos de la
diócesis. Ellos deben poner al servicio de la Iglesia su carisma particular,
para enriquecerla y convertirla en un testimonio claro de comunión fraternidad.
A través de esta colaboración se podrá plasmar la operación contacto, que
consiste en salir al encuentro de nuestros hermanos que tienen una vinculación
débil y precaria con la Iglesia para que tengan una mayor participación y
comunión con su Iglesia.
Además, para ello se está diseñando un plan extraordinario de
evangelización y acción misionera.
Toda esta obra y este plan de formar un Iglesia Misionera del
Callao está puesta en manos del Señor.
El estado en que se encuentra la Iglesia chalaca no puede ser
ajeno a nuestra vocación cristiana que está marcada por el dinamismo del
bautismo que nos impulsa a proclamar el mensaje reconciliador del Señor y más
aún por el acento de nuestra espiritualidad, que es el de conformarnos con el
Hijo de Santa María, para llevar la Buena Nueva a todas las realidades.
Una característica fundamental a la que también estamos
convocados es la de promover una vida fraterna y una vida de comunión tanto al
interior como al exterior nuestro, unida por la fe y la caridad que son dones
que Dios nos da para alimentar y acrecentar a la Iglesia.
Leer las siguientes citas bíblicas: 1 Cor 12,7-10; 12,24-26
La iglesia al servicio del evangelio
La Iglesia que tiene la misión de transmitir al Señor Jesús y
su mensaje a todos los hombres, se encuentra al servicio del Evangelio, y para
ello necesita de parroquias reestructuradas, movimientos apostólicos
revitalizados, junto con planes pastorales creativos y dinámicos.
Se hace necesario para ejercer esta labor la comunión y
coordinación entre los sectores de la iglesia con el fin de cumplir lo
propuesto por la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada
en Santo Domingo: nueva evangelización, promoción humana y cultura cristiana.
En esta colaboración interna debe tenerse presente la corresponsabilidad en
todas las áreas que implican el crecimiento en la tarea evangelizadora, con el
propósito de contrarrestar a la sectas.
Es fundamental que en todos los miembros de la Iglesia debe
haber un espíritu evangelizador y misionero que nace de la vocación a la
santidad que todo cristiano posee desde el estado particular que le ha tocado
vivir. Esta vocación conlleva a que la iglesia sea comunión para la misión
tanto hacia adentro como hacia afuera: Iglesia somos todos y sus necesidades
son nuestras.
Esto llevará a que se vuelva a la fuente de nuestra vocación
cristiana, que es el descubrirnos desde nuestra dignidad bautismal, el ser
amados y reconciliados por el Señor Jesús, que impulsará a abrirnos a las
necesidades de los demás.
Como miembros de la Iglesia, el aporte de nuestra
espiritualidad que ha nacido por obra de Dios en este tiempo, convirtiéndose en
respuesta para los tiempos actuales, debemos salir al encuentro de este reto de
llevar el mensaje reconciliador desde la líneas generales dadas en Santo
Domingo y que de alguna manera son los acentos que se asemejan a los nuestros,
los cuales son una nueva evangelización, una promoción humana integral y una
inculturación del Evangelio para formar una cultura cristiana.
Esto nos impulsa a dar un testimonio de comunión fraterna, de
santidad de vida, de solidaridad con los más necesitados, para ser esa fuerza y
renovación que necesita nuestra iglesia para cumplir su razón de ser: iglesia
evangelizadora.
Leer las siguientes
citas bíblicas: 1 Cor 10,17; Gal 3,27-28; Fil 3,12-16; Col 3,12-15
EL SERVICIO
EVANGELIZADOR
A quien anunciamos el Evangelio
Al estar a puertas el Tercer Milenio, nos apremia el mandato
del Señor Jesús de anunciar el evangelio a todos los hombres, sin exclusión de
raza y status, en donde un signo de los tiempos es el de preocuparnos de una
manera especial por el anuncio hacia lo más pobres.
Esta evangelización debe partir del anuncio del Kerygma, de
transmitir que Jesús es el Hijo de Dios que ha venido a dar su vida por
nosotros (I Cor 15,3-5). Para lo cual se hace imprescindible que nos demos
cuenta cuáles son nuestra fallas y defectos de nuestra propia predicación y
catequesis, y cúal es nuestra manera de acoger a hermanos que necesitan de una
atención especial como los desplazados y migrantes, por razones de la pobreza,
el terrorismo, la violencia y el narcotráfico; que impiden que llegue a
penetrar este mensaje en el corazón de los hombres y además que respondamos a
los nuevos retos que se nos presentan.
El estar en una permanente evaluación y autocrítica de
nuestros métodos y nuestro compromiso cristiano va a permitir que el Evangelio
pueda ser transmitido con claridad y llegue al corazón de todos los hombres.
Como el mismo Santo Padre lo manifiesta al decir que la nueva evangelización
sea nueva en sus métodos, nueva en su ardor y nueva en su expresión. La
constante comparación con la evangelización que hacia el Señor Jesús se hace
fundamental para que la nuestra se haga de igual manera, con radicalidad, con
entrega, con servicio y con caridad.
Citas Bíblicas para meditar: Jn 15,4-5.10; Col 3,23-24
Quien evangeliza
Uno de los objetivos fundamentales de la nueva evangelización
planteados por los Obispos de Santo Domingo, es construir una Iglesia y
comunidades eclesiales. Ellas tienen la responsabilidad de evangelizar y ser
sujeto de la evangelización. Así lo decía el Papa Juan Pablo II: «Ciertamente
urge en todas partes rehacer el entramado cristiano de la sociedad humana. Pero
la condición es que se rehaga la cristiana trabazón de las mismas comunidades
eclesiales que viven en estos países y naciones» (CL. 34).
Hay comunidades, pero necesitan ser evangelizadas, es decir
deben ser comunidades evangelizadoras permanentemente evangelizadas, porque sin
una constante retroalimentación del mensaje del Señor y actitud de conversión
la evangelización no será eficaz. Es así que la nueva evangelización ha de
comenzar por nuestras propias comunidades, como dice el Santo Padre: «esta
nueva evangelización…está destinada a la formación de comunidades eclesiales
maduras, en la cual la fe consiga liberar y realizar todo su originario
significado de adhesión a la persona de Cristo y a su Evangelio, de encuentro y
de comunión sacramental con El, de existencia vivida en la caridad y en el
servicio».
La Iglesia es sierva humilde y fiel del Evangelio al nacer de
la misión del Señor Jesús que es la de proclamar su Buena Nueva. Ella es como
un sacramento o signo e instrumento de íntima unión con Dios y de todos los
hombres (LG1). Ella tiene como modelo a la Madre del Señor, a Santa María,
quién dice: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc
1,38) y quién indica a todos los hombres: «Haced lo que él os diga» (Jn 2,5).
La constante renovación de nuestra vida cristiana tiene su
raíz en el crecimiento de ser cada vez más santos y como consecuencia de
convertirnos en apóstoles que estemos a la altura de los retos que surgen con
el transcurrir del tiempo. Esto no es sólo es un derecho sino una obligación
que nace de nuestro compromiso con el Señor, de quién hemos formado parte de su
Cuerpo Místico desde el bautismo y se ha reafirmado en la confirmación.
Es una obligación que se hace servicio y entrega a los
hermanos, porque nace del amor trinitario. Esta generosidad y atención a los
hermanos la podemos ver en María, quién fue la primera cristiana.
Citas bíblicas para meditar: Mt 10,26-27; Lc 9,57-62, Jn
17,14-17; Lc 1,44
LA SOLIDARIDAD
No me olvido de los pobres
Nosotros los seguidores del Señor estamos invitados por la
Iglesia a reinterpretar y actualizar el gesto profético de Jesús, a tomar el
libro del evangelio, a leer ante todo el mensaje gozoso del Señor y a revivir
conmovidos, con humildad y creatividad el contenido de alegría, de liberación y
de gracia. (ver Lc 4,16-19. Cfr Is 61,4).
Hay que ver la imagen del Señor Jesús Crucificado en los
pobres, los desocupados, los jóvenes sin oportunidades, los jubilados y
cesantes, los niños de la calle, enfermos, las familias que viven en
hacimientos, pero no se puede excluir de verlo también en nuestros hermanos que
no tienen este mismo dolor y sufrimiento.
La promoción humana como parte integrante de la tarea
evangelizadora de la Iglesia en la que los laicos deberán ser especialmente
protagonistas debe animar toda la Pastoral Social, la cual debe partir de la
fe, la caridad y el compromiso que tienen con Dios. Pero, este compromiso no
está enmarcado dentro de una ideología sino de la doctrina del amor que nace de
la Sagrada Escritura.
Este anuncio del evangelio y de promoción humana al más
necesitado es para nosotros un acto de amor y misericordia que busca remediar
con urgencia el sufrimiento de hermano pero otro lado también trata de edificar
el reino de Dios, luchando contra egoísmo y el pecado de los hombres, alentando
y promoviendo la solidaridad de unos con otros. Es el mismo Señor que nos
enseña a no escatimar esfuerzos frente a la maravillosa dignidad de la persona
humana, frente al misterio del hombre viviente que es la gloria de Dios, como
podemos ver en el pasaje de Buen Samaritano (10, 29-37)
Citas bíblicas para meditar: 1 Pe 4,10-11; Mc 10,45; Gal
6,1-2; 2 Cor 9,7.
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