7 de Enero de 2001
Homilía
Las Lecturas
Una Mirada al Año Jubilar
Una Mirada hacia el Futuro
Una Iglesia Evangelizadora y Misionera
La Iglesia que queremos
Jubileo y Misión Jubilar
En el Horizonte Último
HOMILIA EN LA EPIFANIA DEL SEÑOR
CLAUSURA DEL AÑO SANTO JUBILAR
"¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque
hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo"
También nosotros aunque no venimos del Oriente, sólo del
Callao, venimos de nuestras parroquias y comunidades a adorar al niño, al niño
Dios nacido de María. Y le pedimos a la Madre del Señor: Madre, muéstranos a tu
hijo. ¡Que viva María, la Madre del Redentor!
Madre del Carmen de la Legua, éstos son tus hijos!
La Fiesta de hoy tiene como núcleo el hecho de que la
Salvación de Dios es para todos los pueblos, para toda la humanidad. Es la
Navidad con el acento de la universalidad. El niño Dios nacido en Belén no sólo
es el Salvador del pueblo de Israel sino el Salvador de todos los pueblos y de
todas las naciones.
Las lecturas de la Fiesta de la Epifanía o de la manifestación
del Señor nos muestran este aspecto fundamental del misterio de la Encarnación
de Jesucristo, que ha sido el acontecimiento que hemos venido celebrando a lo
largo del Año Santo Jubilar.
El plan salvador de Dios no afecta únicamente a un grupo restringido
de personas, como hubiera podido ser el pueblo de Israel, una raza concreta o
un grupo social determinado. Hoy se nos proclama con toda claridad que la
Salvación de Dios en Jesucristo es universal y que nadie queda excluido de
ello. Este ha sido el mensaje de la Carta de San Pablo a los Efesios en la
segunda lectura.
Los Magos del Evangelio venidos del Oriente nos representan a
nosotros y representan a toda la humanidad. En el pequeño Jesús, Dios se
manifiesta a la humanidad que Él desea salvar, a todos sin distinción de
ninguna clase.
El gran dinamismo del Santo Padre, Juan Pablo II, y las
peregrinaciones jubilares a Roma, Iglesia fundada por los Apóstoles Pedro y
Pablo, han sido una muestra patente de la universalidad de la Iglesia y del
misterio de Cristo Salvador y Redentor de todos los hombres. Podemos hablar de
una nueva Epifanía o aparición del Señor Jesús al mundo. Roma ha sido centro de
peregrinaciones y de celebraciones de la fe junto a Juan Pablo II.
Las Lecturas
La primera lectura, de Isaías, sitúa nuestra atención en la
Jerusalén simbólica, que es luz para todos los pueblos: "Levántate,
brilla, Jerusalén que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti… las
tinieblas cubren la tierra, pero sobre ti amanecerá el Señor… y caminarán los
pueblo a tu luz."
San Pablo (Efesios) en la segunda lectura centra sus palabras
en la universalidad de la salvación: "Todos los pueblos comparten la misma
promesa" . El misterio "secreto" tema fundamental de esta carta
y de la carta a los Colosenses, designa el plan de Dios para la humanidad que
se ha revelado en Jesucristo, también los gentiles son coherederos de la
promesa en Jesucristo, por el Evangelio anunciado por los apóstoles como les ha
sido revelado por el Espíritu.
Y el Espíritu Santo, Memoria Viva de la Iglesia, sigue
revelándonos ese Evangelio que nosotros tenemos que proclamar al mundo de hoy.
El Evangelio finalmente, presenta la escena de los Magos: los
pueblos paganos vienen buscando la luz y le rinden homenaje: "porque hemos
visto salir su estrella y venimos a adorarlo".
Hacen un discernimiento, buscan una orientación en la
Jerusalén de David, y quedan desconcertados. Seguirán buscando y la estrella
los guiará a Belén.
La nueva mirada a Jesús, a María y a José y a los personajes
misteriosos venidos del Oriente debe ayudarnos a revisar y purificar nuestras
actitudes en el día de hoy, para que de verdad sean Epifanía de Dios nuestras
personas, nuestras Iglesias y comunidades, si de verdad son lugares donde es
fácil encontrar al Señor Jesús, el Dios con nosotros, que quiere ser también el
Dios para todos los hombres y todos los pueblos.
Al término del Año Jubilar debemos preguntarnos todos,
pastores y fieles ¿Cómo nos hemos abierto a los demás pueblos? Los demás
pueblos para nosotros, no son únicamente los que viven físicamente lejos. Son
los diversos grupos, sectores o realidades de nuestro pueblo, de nuestro país
que los tenemos alejados, cuando no olvidados, marginados o excluidos, incluso
por la propia Iglesia.
Y son especialmente los que más necesitan salvación, la buena
noticia de que ALGUIEN los ama. ¿Cómo nos abrimos a ellos, cómo nos acercamos a
ellos, cómo los acogemos, cómo somos buena noticia para los demás?.
Cuando yo pensé en la "Operación Contacto" pensé
que esos hermanos, chalacos o chalacas, que van perdiendo los vínculos con su
Iglesia Madre debían ser contactados, conectados, por miembros vivos de la
Iglesia de hoy y pensaba justamente en esto: cómo hacer que la Buena Noticia de
la Fe, que ellos también poseen, sea para ellos una vivencia, una experiencia en
una comunidad en su propia iglesia Madre.
Es hora de revisar y evaluar si a lo largo de estos tres o
cuatro años nos hemos abierto en esta tarea llamada Operación Contacto en
nuestras parroquias y comunidades. Pienso que este ha de ser un programa y tarea
de todos los miembros de nuestra Iglesia particular, pues el Callao seguirá:
"en estado permanente de misión".
Una Mirada al Año Jubilar
En la Navidad del pasado año abrimos nuestro Iglesia local
del Callao al Jubileo del Nacimiento de Jesús como preludio de la gracia
profunda de la misericordia divina que hemos recibido a lo largo de este Año
Santo.
El Santo Padre nos precedió en la Noche Buena de 1999
abriendo la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Y ayer ha
clausurado la Puerta Santa culminando este año de gracia del Jubileo de Nuestro
Señor Jesucristo.
¿Cómo hemos vivido y celebrado en nuestra Iglesia particular
del Callao, en nuestras comunidades y parroquias la gracia del Jubileo del Año
Santo? ¿Ha sido realmente un año de conversión, de reconciliación y de
renovación de nuestra fe en Jesucristo, de comunión eclesial y de solidaridad
con los más pobres y necesitados?
¿Cómo hemos vivido la peregrinación y la visita a las
Iglesias jubilares? Y, ¿cómo hemos experimentado la gracia de la misericordia
divina a través del sacramento de la reconciliación?
Por el testimonio de numerosos sacerdotes y Párrocos me
consta que muchos fieles se han acercado al Sacramento de la Reconciliación
después de muchos años en este Año Jubilar.
En mi experiencia personal he podido peregrinar a Roma
participando en el Jubileo de los Obispos que ha reavivado mi fe en Jesucristo
y el don de la reconciliación y de la comunión con el sucesor de Pedro y con
mis hermanos obispos de todo el mundo.
En nuestra Iglesia local hemos vivido especialmente los
jubileos de los diferentes grupos eclesiales y miembros de la Iglesia: los
niños, los escolares, los jóvenes, las familias, los miembros de la Vida
Consagrada, los Sacerdotes y seminaristas, los laicos, los educadores, los
funcionarios y autoridades públicas, los trabajadores, los enfermos, los
encarcelados, los discapacitados, los hermanos de la tercera edad.
Tenemos que reconocer que la gracia del Jubileo no ha
alcanzado a todos. Ni nosotros los hemos visitado y considerado en nuestra
acción pastoral. Pienso entre otros en los enfermos de los hospitales y en los
profesionales de la salud, médicos y enfermeras en los desocupados. Y pienso,
aunque sí los hemos visitado, en nuestros hermanos reclusos en las cárceles.
Una Mirada hacia el Futuro
La peregrinación nos hace conscientes de que "no tenemos
aquí ciudad permanente, sino que andamos buscando la del futuro" (Hb 13,
14). Nuestro camino se inscribe en la historia de la salvación. Ésta tiene en
Cristo su punto culminante y su significado supremo (IM 1).
Precisamente el año jubilar conmemora la entrada de
Jesucristo en el mundo, su encarnación y su nacimiento. El año santo no es
simple conmemoración del pasado; tiende al futuro, es inauguración de su nuevo
milenio, en el que –si así Dios lo dispone- continuará la historia de la Salvación,
hasta la segunda venida gloriosa del Señor.
La historia para el cristiano, encuentra en Jesús, el Señor,
su sentido y su plenitud. Él es "el alfa y la omega. El que es, el que era
y el que ha de venir" (Ap 1, 8). Ante él, pues, se sitúa la historia humana
entera: nuestro hoy y el futuro del mundo son iluminados por su presencia.
Jesús es la verdadera novedad que supera todas las expectativas de la humanidad
y así será por siempre (IM 1).
La Iglesia, a lo largo del Año Jubilar, nos ha hecho entrar
en el nuevo milenio, cruzando los umbrales de la esperanza, como ha solido
decir Juan Pablo II.
El Padre misericordioso realiza ahora algo nuevo y, en el
amor que perdona, anticipa los cielos nuevos y la tierra nueva. El año jubilar
es el estímulo a robustecer la fe, a acrecentar la esperanza, a hacer más
activa la caridad, en vistas a un renovado compromiso de testimonio cristiano
(IM 11).
Es una nueva página de la historia, que el cristiano se
compromete a escribir bajo el nombre de Cristo, pues está seguro de que
"Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siempre" (Hb 13, 8), como
reza el lema del gran jubileo del 2000.
De todo ello, surge la renovada consigna de la Nueva
Evangelización (IM 6). Que el acontecimiento jubilar sea un fuerte estímulo y
un compromiso para llevar al mundo la luz verdadera, Cristo Señor (IM 2) al que
los Magos descubren guiados por la estrella. Somos estrellas que conduce a
Jesús. Y María es la estrella de la Nueva Evangelización
Vuelvo a reiterarles la reflexión que les hiciera en la
Apertura del Año Santo: "Necesitamos todos nosotros, sacerdotes, pastores
y fieles, ilusión, ardor, ganas de anunciar a Jesucristo, tenemos que ser
nuevos, frescos, jóvenes en nuestros métodos, sin cansancio, sin acomodarnos,
sin instalarnos, llamando a los hijos alejados de la Iglesia que han perdido
contacto con nuestra comunidad y con nuestra parroquia, porque eso sí, tenemos
que hacerles sentir que son Iglesia, IGLESIA SOMOS TODOS".
Una Iglesia Evangelizadora y Misionera
Desde el inicio de mi servicio episcopal en el Callao he
manifestado nuestro compromiso de trabajar para que el Callao sea cada vez más
una Iglesia evangelizada y evangelizadora, profundamente arraigada en la fe y
abierta a la Misión, con la participación de todos sus miembros –sacerdotes,
religiosos y laicos- en la tarea de la Nueva Evangelización con una especial
dedicación a los alejados y un amor preferencial por los más pobres y
necesitados porque ellos son el rostro sufriente de Jesús.
Durante estos años y particularmente el año 1997 en mi carta
pastoral he avanzado los aspectos fundamentales de nuestra pastoral diocesana,
prioridades y compromisos que hemos venido asumiendo junto con muchos de
ustedes en diferentes encuentros y a través de las Comisiones diocesanas y
particularmente con los miembros de nuestro presbiterio.
Con esta finalidad hemos creado recientemente los cuatro
decanatos o zonas pastorales de la Diócesis del Callao.
La Iglesia que queremos
Queremos ante todo una Iglesia que sea comunión para la
Misión, trinitaria y cristocéntrica. Una Iglesia viva y dinámica que siendo
santa tenga los brazos abiertos para acoger a los pecadores y ella misma
necesitada de continúa purificación y conversión. Una Iglesia que sepa dar
razón de su esperanza; que crezca en la fe, ame, sufra, se comprometa y espere
en su Señor, como nos los recordara el Papa en el discurso inaugural de Santo
Domingo.
Queremos una Iglesia misionera que continúe ardorosamente la
misión evangelizadora de Jesús de Nazareth, el Verbo Encarnado, que dé
testimonio con su vida de lo que anuncia con sus palabras, que actúe y
manifieste la caridad inaugurada por Él y que a la vez complete en su cuerpo lo
que falta a su Pasión.
Queremos una Iglesia cercana y solidaria que no se quede
dentro de sus muros, sino que siguiendo el ejemplo del Buen Pastor salga en la
búsqueda de la oveja perdida y sepa caminar con otras Iglesias y en diálogo con
toda la humanidad, sirviendo a la promoción integral de la persona y evangelizando
la cultura.
Jubileo y Misión Jubilar
Dentro Jubileo del Nacimiento de Jesucristo hemos lanzado el
Programa de la Misión Jubilar en los diferentes distritos y parroquias del
Callao, iniciando esta acción misionera en el distrito de Ventanilla a fines
del pasado año y clausurándola antes de la Pascua de la Resurrección del Señor.
Después del intervalo impuesto por todo el largo proceso
electoral estamos reiniciando la misión Jubilar en el sector correspondiente al
tercer decanato en las parroquias ubicadas en la zona este del Aeropuerto
Internacional.
Como en el caso de Ventanilla, hemos llevado como pregonera
de la misión y en visita a sus hijos a la Virgen del Carmen de La Legua,
nuestra patrona, que ha recorrido ya con rostro maternal las diez parroquias
comprendidas en esta segunda etapa de la misión jubilar. A todas ellas he
acudido personalmente para animar y acompañar el inicio de la misión en esas
comunidades parroquiales.
Los párrocos y responsables de las mismas, son testigos de
las gracias y conversiones que la visita de Nuestra Señora del Carmen ha
significado para muchos de sus hijos que han vuelto a encontrar a Jesús en los
brazos de su madre y en el seno de su comunidad parroquial.
Que conste que la clausura del Año Santo Jubilar no es el
punto final de esta acción extraordinaria de evangelización y de la elaboración
de un plan pastoral diocesano que venimos propiciando y avanzando en nuestra
Iglesia local.
Al final de esta eucaristía podemos avanzar algunos de los
compromisos pastorales que vamos a asumir para los próximos años 2000-2004.
Para el presente año tenemos tareas pendientes a realizar
tanto a nivel diocesano como a nivel parroquial.
En el horizonte último: Mirada y alabanza a la Trinidad
Finalmente, este año debe ser un canto de alabanza único e
ininterrumpido a la Trinidad.
El itinerario que nos ha conducido a esta celebración del año
2000, programada por Juan Pablo II, ha sido profundamente trinitario: por
Cristo, en el Espíritu Santo, a Dios Padre. El misterio de la Trinidad es
origen del camino de fe y su término último, cuando al final nuestros ojos
contemplarán eternamente el rostro de Dios (ibid.). Ha sido una sabia pedagogía
para que los católicos redescubriéramos el misterio fundamental, principal, de
nuestra fe, de nuestra relación personal con el Dios revelado por Jesús de
Nazaret que, con su Encarnación y Nacimiento, hace dos mil años abrió
definitivamente la serie de "años de gracia", de "años de
salvación", para que, con el Espíritu derramado en nuestros corazones,
pudiéramos amar como hijos al Padre y cantar para siempre la misericordia de
Dios Trinidad único y verdadero.
Este año 2000 ha sido también el año de la Eucaristía y lo hemos
vivido en el Congreso Eucarístico y en las Parroquias. El sacramento máximo de
nuestra fe consiste fundamentalmente en proclamar la gloria y la alabanza al
Padre, por Cristo que renueva el misterio de su Pascua invitándonos a la cena
del pan partido, de su Cuerpo sacrificado, de la copa de su sangre derramada
para reconciliarnos en la nueva Alianza, bajo la acción trasformadora del
Espíritu Santo que va convirtiendo en miembros vivos del Cuerpo del Señor a los
comensales del convite filial y fraterno. Síntesis de la Eucaristía, síntesis
del gran jubileo, es sin duda la admirable doxología del canon romano, y ahora
de todas las plegarias eucarísticas neoromanas: Por Cristo, con él y en él, a
ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda
gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
¡Que viva Jesucristo!
Compromisos Pastorales 2000-2004
Nivel Diocesano
1 Organizar el
Consejo Diocesano de Pastoral integrado por presbíteros, religiosos, laicos y
delegados de movimientos y de las comisiones diocesanas.
2 Preparar la
Asamblea Pastoral Diocesana.
3 Encargar a un
equipo o comisión diseñar las líneas generales de un Plan Pastoral Diocesano
bajo nuestra guía y orientación. Esa Comisión elaborará previamente el marco
situacional en base al Estudio Socio Religioso anteriormente realizado por la
Universidad Católica para su ulterior aplicación pastoral.
Otro equipo deberá trabajar los principios doctrinales que
iluminarán la visión de la realidad y la acción evangelizadora integral de
nuestra Iglesia particular en las diferentes áreas de nuestra pastoral.
4 El proyecto
de Pastoral del Diezmo o de corresponsabilidad eclesial se aplicará en todas
las parroquias de la Diócesis dentro del proyecto del Plan Global Pastoral.
5 Continuar la
Misión Jubilar en toda la Diócesis durante el presente año y tras una
evaluación consolidar sus frutos y resultados en el próximo Proyecto Pastoral.
Nivel Parroquial
1 Organizar
simultáneamente el Consejo Parroquial de Pastoral integrado por religiosos, laicos
y movimientos en cada parroquia.
2 Participar en
el proceso de estudio y reflexión del diagnóstico pastoral que elabore la
Comisión Diocesana.
3 Elaborar y
enviar a la Diócesis los programas de trabajo de las Parroquias y ponerlos en
práctica.
Acciones Pastoral Principales
1 Formación
permanente de nuestros laicos para su presencia y acción en la Iglesia y en el
mundo.
2 Formación
integral de nuestros catequistas y agentes pastorales a través de nuestra
Escuela Diocesana de Catequesis que ha reiniciado sus acciones el pasado año.
3 Priorizar y
potenciar la Pastoral del Matrimonio y de la Familia capacitando animadores y
promotores de la Pastoral Familiar.
4 Profundizar
la formación permanente del Clero, potenciando el plan iniciado y procurando la
especialización de algunos de nuestros presbíteros.
5 Afianzar la
Pastoral Vocacional, animando y discerniendo las vocaciones para el Clero
Diocesano como para la Vida Consagrada, coordinando con los Seminarios y la
CONFER (Conferencia de Religiosos).
6 Extender la
Escuela de Líderes Sociales a otros sectores formando a laicos y actores
sociales en la Doctrina Social de la Iglesia y en su aplicación a nuestra
concreta realidad social.
7 Fortalecer la
Pastoral Socio Caritativa en todas sus áreas y servicios.
8 Extender y
promover la Pastoral Juvenil y la inserción de los jóvenes en nuestras
realidades y acciones eclesiales.
9 Promover en
todas las instancias eclesiales la imagen de una Iglesia misionera abierta a la
misión universal Ad Gentes, asumiendo algunos compromisos particulares con
Iglesias hermanas como lo hicimos el año 1997 con el Vicariato Apostólico de
Yurimaguas.
10 Acoger la
potencialidad evangelizadora de los diferentes movimientos y realidades
eclesiales y hermandades integrando sus diferentes carismas al servicio de la
misión en nuestras Iglesia local.
11 Revitalizar y
animar la pastoral parroquial procurando nuevas estrategias que renueven la
imagen y la capacidad pastoral de las comunidades parroquiales.
12 Potenciar la
Oficina de Investigación y de Aplicación Pastoral existente en la Diócesis como
instrumento de servicio a las parroquias, a los movimientos y a las Comisiones
Diocesanas de Pastoral.
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