Mons. Miguel
Irizar Simposium Internacional de Globalización de la Solidaridad
Fecha: 30 de
Junio de 1997
CAMINO DE LA
SOLIDARIDAD
En nombre
del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y en el mío propio como Obispo
del Callao y de la Iglesia que está en el Perú, quiero saludarles muy
cordialmente a todos los representantes de los países hermanos que han llegado
al Perú para compartir con nosotros esta hermosa experiencia de compromiso por la
solidaridad entre los hombres y los pueblos.
Quiero
iniciar mi intervención con una sencilla pregunta:
¿Podemos
hablar de solidaridad en un mundo marcado por la competitividad?
¿Tiene lugar
la globalización de la solidaridad en el mundo de la globalización de la
economía?
Desde el
primer enunciado, el presente evento nos quiere convocar a que junto al proceso
de globalización de la economía, de la cultura, trabajemos porque se vivan, se
hagan vigentes algunos valores fundamentales, como el de la solidaridad, la
dignidad humana, la equidad y la justicia.
Mirado desde
otro ángulo, cuantos estamos aquí reunidos pretendemos que los pocos o muchos
esfuerzos de solidaridad que se dan en nuestros respectivos países sean
conocidos, se difundan y promuevan.
Pienso que
el valor de la solidaridad nos urge hoy más que nunca con una exigencia
especial, porque percibimos en muchos sectores de nuestra sociedad exactamente
lo contrario a lo que debe ser la solidaridad humana: el no sentir como propios
los problemas y carencias de una gran mayoría empobrecida de nuestros pueblos y
la falta por tanto de interés de los unos por los otros, llegando hasta
situaciones alarmantes de exclusión.
Es
precisamente la solidaridad la que en la Doctrina Social de la Iglesia es propuesta
como el alma del verdadero desarrollo, la que en definitiva dota de alma y
rostro humano a la economía y a la política.
En algunos
círculos, como los nuestros, se relaciona economía con solidaridad y se habla
de economía solidaria en contraposición a una economía que en función a los
valores de la competencia y la eficacia viene reduciendo los servicios
sociales. Particularmente en nuestra realidad latinoamericana estamos viviendo
políticas económicas que vienen promoviendo la reducción de la responsabilidad
de los gobiernos y los Estados en aspectos básicos para el desarrollo humano
como la salud y la educación.
En un reciente
encuentro sobre Etica, Economía, Política y Pobreza realizado en Brasilia en
1995 en el que participé, recogíamos esta preocupación en las siguientes
reflexiones:
Desde una
perspectiva cristiana y desde la Doctrina Social de la Iglesia, es imperativo
subrayar que dentro del contexto concreto neoliberal, la libertad no se puede
entender sin la solidaridad, a no ser que se postule una libertad sólo para
algunos privilegiados; que el mecanismo del mercado libre es válido dentro de
una sociedad en cuanto un número creciente pueda participar en él y
beneficiarse de él; que especialmente en nuestra sociedad con grandes
diferencias sociales, no se puede prescindir del papel regulador (subsidiario y
solidario) del Estado; y que para ello el Estado ha de ser ágil y justo, y con
agentes honestos de elevado sentido de servicio público.
Para vencer
la pobreza y lograr una más equitativa distribución de la riqueza es necesario
involucrar al pobre en el proceso de producción de bienes. Esto se consigue
mediante la enseñanza que capacite a todos para lograr iguales oportunidades.
Por otra
parte, la capacidad de generar puestos de trabajo y de retribuir salarios
justos que permitan una digna calidad de vida para el trabajador (hombre y
mujer) y su familia, constituye una expresión muy significativa de respeto
auténtico por la dignidad de las personas y es signo concreto desde el cual se
puede evaluar lo justo de un sistema socioeconómico. En efecto, de esta manera,
se asegura parcialmente una equitativa distribución de la riqueza.
En el
intento de frenar y corregir los actuales procesos de signo neoliberal a los
que alude el documento de Santo Domingo, queremos buscar modelos económicos y
sociales que vuelvan a considerar la satisfacción de las necesidades básicas
del hombre como el centro del objetivo de la economía: "Sentar las bases
de una economía solidaria, real y eficiente, sin olvidar la correspondiente
creación de modelos socioeconómicos que conjuguen la libre iniciativa, la
creatividad de personas grupos, la función moderadora del Estado, sin dejar de
dar atención especial a los sectores más necesitados. Todo esto orientado a la
realización de una economía de la solidaridad y la participación, expresada en
diversas formas de propiedad"(Sto. Domingo 201)
Podemos
parecer un tanto irrealistas en nuestra pretensión y aspiración sabiendo que no
es fácil remar contra corriente buscando un modelo de crecimiento económico con
equidad y solidaridad. En nuestra búsqueda no pretendemos tanto crear sistemas
alternativos, cuanto caminar juntos hacia un futuro donde haya lugar y espacio
digno para todos los seres humanos.
En ese
intento solidario tenemos que dialogar con todos los que están buscando nuevas
rutas y han alcanzado nuevas propuestas en los que el compromiso por el hombre
y su desarrollo integral está animado por una decidida voluntad de solidaridad
y de fraternidad.
Conocemos
algunos casos y ejemplos exitosos en formas creativas como las cooperativas,
las empresas autogestionarias, las organizaciones de mujeres solidarias, donde
se establecen relaciones más horizontales entre los actores económicos y
productivos, donde cada hombre o cada mujer es reconocido como lo más
importante de la empresa, desde una visión integral del desarrollo humano de
todo hombre y de todos los hombres.
En mi propia
experianica personal, he vivido en mi tierra de origen el País Vasco, la rica y
singular lección del movimiento Cooperativo de Mondragón que fuera inspirado
por un Sacerdote vasco Don José María Arizmendiarrieta y uno de cuyos
fundadores el Sr. Jesús Larrañaga, esta hoy entre nosotros. Precisamente dentro
de esa escula cooperativa y empresarial se desarrollo una empresa que nacida en
el seno de nuestra familia, hoy es pionera en el ramo de corrocerias de
autobuses: Carrocerias Irizar, que no solo ha ingresado en el mercado europeo
sino que ha apuesto su planta industrial en la propia China.
Es
aleccionador a este respecto el reciente pronunciamiento del Papa Juan Pablo II
en el 50 aniversario de la fundación de la F.A.O.:
"El
desarrollo humano no será fruto de los mecanismos económicos que funcionan por
sí mismos y que bastaría promover. La economía se hará más humana gracias a
todo una serie de reformas, en todos los niveles, orientadas hacia el mejor
servicio del bien común, es decir guiadas por una visión ética fundada en el
valor infinito de cada hombre y de todos los hombres, es necesaria una economía
que se inspire en la necesidad de entablar relaciones entre los pueblos sobre
la base de un constante intercambio de dones, de una verdadera «cultura del
dar» que debería preparar a todos los países para afrontar las necesidades de
los menos favorecidos".
A partir de
las concepciones de desarrollo humano integral se están construyendo
indicadores, a partir de los cuales se plantean pautas para políticas de
desarrollo. Hay mediciones de lo que es un desarrollo más humano considerando,
los niveles de esperanza de vida, educación e ingresos. y se van elaborando
indicadores sobre grados de participación ciudadana, cuidando de la naturaleza,
equidad entre hombres y mujeres.
Se han
realizado reuniones mundiales a niveles de mandatarios y de representantes de
los Estados que nos expresan la preocupación por la pobreza, la falta de
equidad y se van haciendo mediciones de lo que falta para llegar a un
desarrollo equitativo y sustentable. Y en ellas se van planteando alternativas.
Dentro de lo
nuevo en gestión económico-administrativa se valora lo microempresarial. Se
valora al microempresario porque es el trabajo del pequeño que vale, que aporta
en un mundo de pocos gigantes que todo lo controlan y que pueden determinar su
desaparición. Se reconoce en lo microempresarial el aporte de lo pequeño que es
eficaz y pujante. Se reconoce en lo microempresarial la iniciativa del que poco
tiene para salir adelante en un mundo tan competitivo y globalizante.
Dentro de lo
nuevo, también se valoran los esfuerzos colectivos de las mujeres pobres en el
mantenimiento de ciertos servicios y en la mejora de los mismos. Las mujeres
resultan protagonistas de las redes de solidaridad en nuestros países y son las
primeras alumnas de nuestros centros de formación y capacitación laboral como
los que tenemos organizados en nuestra Diócesis del Callao a través de los
CEO’s (Centros de Educación Ocupacional).
Mientras
vamos avanzando en los caminos de concientización de la solidaridad, tenemos
que revalorar esfuerzos solidarios que se vienen haciendo en sectores
económicos y sociales que han entrado en la filosofía y en espíritu del
compartir dentro de una mentalidad y una cultura de la competencia y de la
eficiencia que son los motores por otro lado indispensables de la economía
moderna.
Algunos
resultados y expresiones las encontramos en las nacientes inversiones de
responsabilidad social de la empresa privada, tanto nacional como
internacional, y en la colaboración de los países del norte en los proyectos de
desarrollo social del sur con el aporte directo de sus ciudadanos, del
porcentaje de ayuda al tercer mundo deducido de sus presupuestos públicos y por
la conversión de deuda externa por inversión social en nuestros países más
pobres.
Quiero hacer
una especial mención del aporte que el Gobierno del País Vasco viene dando en
este sentido en diferentes programas y proyectos de cooperación a países en
desarrollo.
Algunos de
esos proyectos han sido financiados mayoritariamente por este fondo de
solidaridad en el caso de los Centros de Educación Ocupacional del Callao y
otros de Lima y del Perú.
En nuestra
Asamblea Episcopal Latinoamericana de Santo Domingo, hemos apoyado el camino
andado:
"Todos
sentimos la urgencia de integrar lo disperso y de unir esfuerzos para que la
interdependencia se haga solidaridad y esta pueda transformarse en fraternidad.
Por eso destacamos estos valores al hablar de la realidad económica y social
del mundo y de los anhelos de humanización que laten en ellas". (Santo
Domingo 124).
"La
Iglesia es consciente de su singular protagonismo y de su papel orientador en
cuanto a la formación de una mentalidad de pertenencia a la humanidad y al
fomento de una cultura solidaria y de reconciliación".
En ese sentido
la Iglesia se hace presente y se involucra dentro de este movimiento, con el
aporte de sus miembros que ya vienen trabajando con ese propósito.
El reciente
documento del Consejo Pontificio COR UNUM (de la Santa Sede): "El Hambre
en el Mundo. Un reto para todos, el desarrollo solidario", marca
enfaticamente esta urgencia del compartir solidariamente los recursos de la
tierra, para saciar el hambre de millones de seres humanos: "¿Dónde
podremos comprar pan para que coman éstos?" Se preguntaba el apóstol
Felipe ante la solicitud y la preocupación de su Maestro que pretendía dar de
comer a una multitud hambrienta de pan.
Nosotros,
díscipulos del Señor Jesús, somos los encargados de realizar el milagro de la
multiplicación de los panes recogiendo inteligente y solidariamente los panes y
los peces de los que hoy dispone la humanidad y que deben alcanzar a todas las
bocas y distribuir más equitativamente los recursos disponibles para saciar el
hambre de todos los hombres y mujeres del mundo.
Cumpliendo
ese propósito nos integramos como hombres de Iglesia en este Simposium
internacional y junto a todos ustedes comprometidos en esta tarea queremos
animar y promover, precisar el concepto mismo de una economía solidaria en un
mundo competitivo, donde la solidaridad impregne el conjunto de las relaciones
económicas, dando un "alma ética y espiritual al desarrollo para que este
sea auténticamente humano" como lo reclama y desea Juan Pablo II en la
Sollicitudo Rei Socialis, 38 -39.
No será
fácil aún para nosotros los cristianos una nueva economía que no este sólo
basada en el competir sino integre en sus propia concepción y aplicación el
compartir haciendo más equitativas y más solidarias las relaciones económicas y
sociales en beneficio de los más pobres y los más débiles.
Ese es
nuestro reto y nuestra meta. Hemos iniciado el camino y vamos a recorrer juntos
ese camino, conscientes con el poeta Machado: "Caminante no hay camino, se
hace camino al andar".
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